martes, 30 de junio de 2015

Coincidencias a cuatro bandas

Y sí, aquel día 25 llegué a Fisterra, pero más de visita que presencialmente. Tenía preparado unos rituales que hacer allí, pero en cuanto entré al pueblo Vida volvió a hacer amigos. Se trata de Mónica, una australiana que terminaba su camino francés ese mismo día, y que se encariñó con la gatita. Me estoy dando cuenta que Vida parece ser ahora mi guía, y va eligiendo a las personas con quien cruzarme por el camino.
Aquella tarde la pasamos juntos en la playa, y conocí a David, un amigo suyo francés que conoció por el camino. A la noche, la gente se reunió en una hoguera que hicieron entre todos, y compartimos unos tragos de vino.

La verdad que no me dio tiempo a mucho más, pues a la mañana siguiente tenía que volver a por mi bici a Santiago, por lo que fui a mirar los horarios de los buses, y a las 12:00 del mediodia cogí uno rumbo a Compostela. En el mismo iba Émily, la chica francesa con quién caminé unos kilómetros hasta Gijón, hará ya 20 días, y que nunca volví a ver, pero fue la precursora de la idea de viajar con tienda de campaña, pues ella tenía una y fue mi fuente de inspiración. Le agradecí aquel momento, y le hacía gracia ver, como no es la primera vez, que la gente ayuda a otras personas sin saberlo, simplemente comportándose tal como uno es, y exponiendo lo que vas haciendo, puedes ser ejemplo de otros. Simplemente escuchando, y hablando tal vez sobre tu visión de los hechos, puedes ser la clave para resolver un problema que para otros no tiene solución.

Y así funciona todo. Una cadena de confluencias. Como la que nos hizo coincidir aquella mañana en el autobús a los cuatro. Mónica, David, Émily y yo. Curiosidades del viaje, Émily me contó que días atrás había perdido una piedra en forma de corazón que le gustaba mucho. Justo el día anterior, Mónica me había enseñado esa piedra, que me dijo había encontrado días atrás en el baño de un bar. Cuando las presenté, le pregunté a Mónica que le enseñara la piedra a Émily a ver si era la misma, pero me dijo que la había tirado al mar, en el Cabo de Fisterra. A pesar de ello, tenía fotos, y Émily alucinó cuando vio que era la suya. Por su parte, estaba muy contenta de que Mónica la tirase al océano, pues justo su intención era la misma. Así pues, la piedra cumplió con su destino, a través de varias manos.

Lo curioso que me pasó con Mónica, es que justo la mañana en que la conocí me encontré una flecha amarilla en forma de pin, como la que yo había dejado semanas atrás en el Cabo Blanco, enterrada en la hierba para que alguien la encontrara. Me la puse señalando a mi corazón , pues a estas alturas del viaje y de la vida, es dónde quiero vaya quien me encuentre, y ella al verla alucinó, porque justo esa mañana había perdido la suya, que la llevaba en el mismo sitio, y que por la forma del imperdible y ralladuras de la flecha parecía ser la misma.

A mi estas cosas ya no me sorprenden, pues estoy abierto a que la magia suceda en cualquier momento. Como la que surgió entre David y yo simplemente conversando, en el que nos dimos cuenta de que habíamos estado en Argentina al mismo tiempo, hace dos años, y justo la misma fecha en la misma ciudad, Salta. El destino ya nos tenía un encuentro preparado pero allí no nos encontramos porque uno de los dos no estaba abierto a que la magia suceda. Probablemente yo. Pero nos dio una segunda oportunidad para conocernos, porque si algo tiene que pasar al final pasa, y bueno, no sé cual es la misión o mensaje por ahora que tenemos que darnos, pero por de pronto notamos mucha afinidad entre los dos, e intercambiamos unas piedras. Yo le dí una de mis queridas piedras de cuarzo con un poquito de mi energía para que se cumplan todos sus sueños, y el me regaló una piedra opaca de color marrón, que dice que es para canalizar toda la energía negativa y que no se quede dentro de uno. Probablemente el día que le llegue la hora, la tiraré al mar.

Además, al ver que saqué un momento el libro de "El peregrino", me dijo que si lo había acabado. Realmente me quedaba el último capítulo, pero vi en su mirada un deseo inmenso de leerlo, y yo sentí que ese libro tenía que pasar de manos, concretamente a las suyas. A mi me lo regaló Patty, una amiga de mi pueblo, por el hecho de que tenía pensado hacer el Camino y el libro se ambienta en el mismo. La verdad que su lectura me resultó agradable e interesante por la forma que Pablo Coelho expresa la forma de conectarse con el interior a través de las prácticas RAM que de vez en cuando he ido practicando. Pero sobre todo, lo que más me gusta del libro es la dedicatoria que Patty me escribió: "Hay quienes pierden todo al no intentarlo, hay quienes no pierden nada al intentarlo". Esa frase la llevo conmigo desde el día que lo leí, y ha sido una motivación extra desde entonces en cualquier decisión de mi vida. Así, siempre intento lo que me planteo, pues no pierdo nada, y si lo consigo, lo gano todo.



Yo también le escribí una dedicatoria: "simplemente gracias por estar abierto en el momento justo que nos cruzamos, pues así hacemos que suceda la magia, y con ella, la vida". Él me dijo, que si me lo habían regalado a mí, debería de quedármelo, pero yo entiendo que quien me lo regaló lo hizo para ayudarme o darme un empujón a que cumpla mis sueños, y que una vez aprendido el mensaje ese libro tenía que fluir en el Camino, para que con las dedicatorias de todos, sirviese de fuente de inspiración para los próximos peregrinos.

Al día siguiente de todo esto, cada uno siguió su camino, después de haber pasado la noche juntos. Mónica cogió un vuelo para Australia y Émily un tren a Francia. Ambas dos regresaban a sus casas. Por nuestra parte, David y yo seguíamos el camino pero por puntos diferentes, y a la vez los mismos que el contrario pisó. Él vuelve a su casa por el camino del norte, el cual yo hice, y yo vuelvo a mi casa por el camino francés, el cual hizo él. Sonriendo con tanta coincidencia, que no lo son, cuando nos despedimos todavía tenía otro regalo para mi, que al ver que ando escribiendo en las hojas de mis libros, me regaló un pequeño cuaderno de viaje, que seguro me viene genial.





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