El pasado viernes recogí la bici que Luisa tenía preparada para mí en Santiago. Estaba muy emocionado. además en la ciudad me encontré con mucha gente que había conocido por el camino, en particular con Gustavo y su mujer Ximena que vino para encontrarle a su llegada. Nos dimos un fuerte abrazo y sobraron las palabras, y con la mirada nos citamos para otro momento, pues en ese había mucho jolgorio en la ciudad de Compostela.
Al día siguiente, emprendí rumbo de nuevo hasta Fisterra,pues todavía tengo que hacer un par de cosillas por aquí. El viaje a cambiado en parte, ya que ahora me traslado en bici. Las rutas se hacen más rápidas, sin fijarte tanto en el entorno, pero el interior trabajao del mismo modo, sobre todo en las cuestas arriba. Ahí me acordé de Feli, el Meigo de Ourense, que una vez me dijo que la gente no sabe ir en bici, porque se creen que es para ir todo el rato rápido, cuando en realidad, en la bici, si vas hacia abajo vas rápido, pero si vas hacia arriba tienes que ser consciente de que tienes que ir lento, como si fueras andando. Eso me ayudó a no bajarme de la bici más de una vez, porque yo no estoy acostumbrado a esta forma de moverse, y el trayecto Santiago-Fisterra tiene varios puertos. Cuando los empiezas piensas...Ok, ya llegaré. Y cuando estás arriba disfrutas tremendamente porque tu esfuerzo se vio recompensado con un par de km de bajada. Con esfuerzo siempre hay recompensa.y
En mi primer día andé hasta Corcubión, unos 70 km, que ni yo pensaba que iba a hacer. Realmente una buena experiencia esto de andar en bici.
El Domingo volví a llegar a Fisterra, dispuesto otra vez a realizar los rituales que tengo preparados, pero de nuevo, y al ser un puro practicante de la improvisación, no hice. Pasé el día con Raul, un artista callejero que toca la guitarra en lo alto del faro para ganarse la vida. Sólo lleva aquí un mes, pero dice está muy feliz porque todos los días saca los justo para comer y algún que otro capricho, haciendo lo que le gusta. Dice que está pensando en hacerlo en diferentes sitios para conocer un poco España, pues no viajó mucho hasta ahora. Para mí, otro mensajero del Camino. Como una vez dije, para mí las guitarras siempre son una señal, pues me gusta jugar con los instrumentos, pero no sé tocarla de verdad. Al dialogar con Raul, algo dentro de mí me dijo, que si quería dar una vuelta al mundo, tendría que aprender a tocar de verdad la guitarra, pues más de un día sería el pan de cada día.
El día lunes, por fin ya me digné a buscar un sitio para realizar mi ritual con las piedras que llevo portando desde el primer día del viaje. Dí vueltas por todo el pueblo. Quería que fuese un sitio alto, en la montaña. Pero que no fuese en el faro porque está siempre masificado de gemnte. Así, explorando, me metí en unos caminos y por fin llegué a un punto en el que de nuevo las energías llamaron mi atención. Unas enormes piedras unas sobre otras allá en lo alto, parecían la representación perfecta de lo que yo quería hacer. Así pues, después de preguntarle al lugar si ese era el sitio, y él responderme con una afirmación en forma de energía recorriendo mi cuerpo, decidí instaurarme esa noche allí con mi tienda, en una especie de cueva, donde pasé una día especial.
El atardecer allí fue maravilloso, y la noche, con casi luna llena, espectacular. Hice un fuego entre las rocas para cocinar unos muslos de pollo a la piedra. El primero que hago en el Camino. La verdad que ha sido mi mejor cena desde hacía mucho tiempo, por todo el proceso de elaboración que ello conlleva. Desde que vas a por la pieza de carne, en este caso al supermercado, hasta que lo comes, el procedimiento es toda una dedicación. Primero he de subir a lo alto de la montaña, que ya es trabajo. Luego recoger palos, con su debido permiso del lugar, para más tarde encender el fuego para cocinar a la piedra o entre ascuas. El resultado único. El sentimiento puro. Pura vida, pura experiencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario