Y a gélidas aguas del Atlántico llego,
Junio, 24, Playa del Rostro
Aconsejado por una mensajera guía del camino
que como siempre da trazadas al destino.
En la entrada, una joven, sola, pedime fuego.
Le presto el mechero, y le regalo una flor.
Quizás es la chispa que necesitaba ese día,
no tenía buena cara y al momento sonrió:
Buen día señorita, gracias, no hay por qué...
El poder de la sonrisa, magia...
y mágico cielo entre nublado donde de nuevo salió
en ese justo momento el Dios Sol
vislumbrando un halo de luz espectral hasta el bravo mar
como invitándome a pasar.
Sin dudarlo y desnudo camino por su alfombra de arena
Grandes olas me gritan de que entre, sin miedo,
que me están esperando...
Y yo que no rechazo una invitación
me dejo llevar por el viento hasta su interior.
Sin pensarlo
sincero
por el momento...
Máspura la vida brilla
y se respira mejor.
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