Definición de Magia:
Sincronización entre personas, animales, plantas, rocas, objetos, fuego aire,
tierra y agua, coincidiendo en un determinado momento para crear desde la nada
el todo. En definitiva, confluencia de energías.
Esta es a la conclusión
que he llegado desde mi propio análisis para definir lo que es magia, dado que
últimamente uso mucho este término. Podréis pensar que entonces todo es magia.
Pues sí, creo que sí, lo único que no siempre estamos preparados para
percibirla por diferentes razones. Uno de ellos el raciocinio, nuestra propia
educación, que nos hace interpretar las cosas siempre con una lógica. Si no
tiene una explicación científica no puede existir. He ahí donde perdemos la
percepción de la magia, cuando intentamos explicar las cosas. Por eso los niños
son unos espléndidos maestros de la magia. Por uno parte siempre están abiertos
a todo, cosa fundamental para percibir la magia, y por otra, todavía no tienen
las barreras de lo aprendido.
En los últimos días todo
me parece mágico, porque lo es, y porque he aprendido a desaprender para sentir
como lo haría un niño. Hace un par de días os contaba la historia de Susan, una
chica Suiza que tenía miedo de caminar sóla por el bosque porque llevaba un par
de días que le aparecían perros de repente en su camino, ladrándola y
gruñéndola. Yo lo identifiqué como
demonios del camino, pero no supe interpretarlo hasta el día de ayer todo el
proceso mágico que se dio.
La vida hizo que nos
encontráramos diez días atrás en un Albergue, en concreto en el de San Esteban,
al cual yo no tenía pensado ir, porque recuerdo que ese día me lo quería tomar
con calma y hacer pocos kilómetros, pues fue después de una etapa de 47km.
Caprichos del camino, me pasé el pueblo donde me quería quedar sin darme
cuenta, en el siguiente el albergue estaba completo, en Ribadesella no había
albergue y sólo me quedaba la opción de San Esteban, con el consiguiente
sobresfuerzo que tuve que hacer, al andar 15km más de los pensados. Llegué a las 21:30 de la noche, al límite de
que cerraran y en la habitación que me destinaron sólo había una chica, Susan.
Hicimos las presentaciones adecuadas y ella se quedó dormida mientras yo me
dispuse a cenar y ducharme. Sin más, al día siguiente cada uno siguió su
camino, aunque de nuevo coincidimos en la siguiente pensión de Villaviciosa,
sin hablar demasiado. Una peregrina más del camino.
Día a día nos íbamos
viendo y charlando por tramos, pero aún saliendo a distintas horas y distintos
ritmos siempre coincidíamos en los mismos albergues. Sin comentar las rutas
hacíamos siempre los mismos kilómetros, cosa que no pasaba con nadie pues yo
cambiaba según los días.
Fue entonces el día que
pernocté en Muros de Nalón, cuando al verme me contó su historia con los
perros, entre nerviosa por lo ocurrido y contenta porque tenía alguien a quien
contárselo. Yo al escuchar que quería coger un tren para avanzar dos o tres
etapas, le dije que de nada servía escapar de sus demonios, medio en broma
medio en serio, pues la seguirían a dónde fuera. Así pués, para que no se
enfrentase a ellos sóla, me ofrecí a acompañarla el día siguiente por la ruta.
La etapa fue tranquila y
yo le enseñé mi forma de viajar y conectar con lo que nos rodea. Le hablé de
los ejercicios que de vez en cuando practico para escuchar la Naturaleza,para conectarme con el Universo o para desarrollar
mi intuición. También le comenté que todos los días había veces que seguía mis
propias señales, que me llevaban a sitios únicos que las flechas del camino no
te marcan. Simplemente la acompañé ofreciéndola mi visión de la vida, tal vez.
El día fue agradable, sin
ningún altercado con perros ni nada parecido. Ella se limitó a seguir mis
pasos, como si yo fuera el guía del lugar. Yo acepté mi rol, pues se la veía
interesada. Al día siguiente nos levantamos y le pregunté si estaba dispuesta a
caminar sóla de nuevo por los bosques, y muy convencida me dijo que sí. Además
en señal de agradecimiento me regaló una postal de un animalico de la mitología
Asturiana.
Hasta aquí todo normal.
Sucesión de hechos en la que confluyen dos personas en medio de la fauna y la
flora del lugar. Confluencia de energias. Desde la nada al todo. La nada,
porque no se conocían. El todo, porque ese mismo día cuando ella llegó al
albergue de Luarca, para mi sorpresa porque eran muchos km desde el anterior,
vino con una sonrisa de oreja a oreja y contándome que no sólo no habían
aparecido perros, sino que había disfrutado de ese día como nunca en el camino,
practicando ella también parte de la visión que por lo visto le transmití el
día anterior. Dice que hizo descansos múltiples, cuando antes sólo se limitaba
a andar. Encontró una playa magnífica al salirse un poco del camino, dónde se
dio un baño. Pasó tiempo con los ojos cerrados escuchando la Naturaleza. Y lo
que más me gustó y vi con mis propios ojos, es cuando entró por la puerta con
un palo de la mano (antes no llevaba), y en la punta, una pluma colocada, como
justo yo ese día había colocado al mío para sentirme más conectado con la
fauna, ya vaya si lo hice.
He aquí donde aparece
pues, la palabra Magía, dejémonos ya de coincidencias.
Me alegro porque al
parecer yo sin saberlo le ayudé a luchar contra sus demonios, que no eran otros
que el miedo a afrontar el viaje de una manera relajada y disfrutando de cada
paso que da, sin guias, sin metas de hacer tantos kilómetros al día, sin
descansar y llegando a los sitios tan cansada que no hacía otra cosa que dormir
y madrugar, para al día siguiente más de lo mismo. Aquellos perros simplemente estaban para decirle que relajase el ritmo. Que se tomara la vida con calma, y una vez hecho desaparecieron. Cumplida la magia. Cada uno estaba en su justo sitio sin saberlo, o si.
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