Rayos y truenos para festejar nuestra llegada a Llanes, después de una larga etapa junto al Meigo de Orense. Con un día nublado y lluvioso las últimas dos horas, 47 km por no disponer de suficientes albergues en el último tramo y exactamente 59698 pasos medidos con una de estas aplicaciones que te quitan o te dan el encanto de las cosas.
Cambiamos de nuevo de Comunidad, de Cantabria a Asturias, y a su vez también de paisajes. Cantabria fueron etapas bastante llanas, con escasos bosques y mucho asfalta. Hoy ya nos adentramos de nuevo en caminos repletos de árboles a los lados con abundante vegetación y ese verde radiactivo y alegre que me recuerda a los que vimos en el Pais Vasco. Además pudimos disfrutar de bellas vistas costeras, con acantilados cortantes y brava mar que se metía entre la tierra, formando los bufones de los arenales, que son como una especie de géiser que se crean en las rocas.
Por el camino hoy me dediqué a socializar con la gente, pues lo tengo como siguiente propósito después de comprobar mis conexiones con la fauna y la flora. Quiero interesarme por la situación de las personas que caminan a mi lado, para ver que mensajes tenemos que darnos. Una francesa que dice que el camino le sirve para limpiar su mente. Una alemana que está medio de vacaciones y salió de Bilbao, pero vuelve en dos semanas a su país, no llega a Santiago. Un húngaro bastante tranquilo que vive en Londres y quedó con una compatriota suya en Irún pero por lo que se ve no existe buena comunicación entre ellos por lo que ahora caminan solos. Después me encontré con la húngara, y me contó un poco su situación familiar delicada que tiene en su pais, por lo que creo que a veces le apetecerá andar sola para pensar en sus cosas. A pesar de todo no pierde su sonrisa, cosa de agradecer. El poder de la sonrisa.
Y contagiándome un poco de todos y yo a ellos, seguimos caminando con fuerza y energía. De momento todo está saliendo muy bien. Tranquilos pero constantes y sin ningún percance salvo un par de ampollas. El Universo nos cuida y yo a él. Desde el primer día, como un pequeño compromiso cósmico, mientras camino voy recogiendo algo de basura que encuentro a nuestros pasos. Es mi forma de agradecer a Pacha Mama todo lo que me está dando, y simplemente limpio sus cabellos día tras día para que se vea bonita y sana.
Es una pena que la gente, en pleno siglo XXI todavía no se haya concienciado de que la naturaleza somos todos, y que si ensucias el campo ensucias tu vida.
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