Castro Urdiales, mayo, 29.
Recuerdo una conversación que tuve el otro día con mi Chamán del Camino, Gustavo. Mi guia espiritual que
el propio Camino me puso desde el primer día, quizás porque yo venía a profundizar en estos temas. Mi Maestro, que junto con el Meigo de Ourense, Feli, me hacen reflexionar día tras día sobre diversos temas. Hoy por ejemplo venía caminando con Feli, por unas bellas vistas como siempre, y salió el tema de la muerte. Las distintas formas de aceptarlo que tiene la gente y la consciencia de que eso nos sucede todos. De momento es un tema en el que me mantengo un poco al margen, pero seguro un día lo analice con detenimiento.
Lo que quería contar es una experiencia que tuve ayer en la mágica playa de Pobeño. Mi Maestro todos los días alimenta mi aprendizaje que él va soltando en nuestras charlas, y el otro día me explicó lo que para él es ser: "somos observadores desde nuestro interior de lo que todo lo que nos rodea y de nosotros mismos" . Para que lo entendiese me puso el ejemplo de una televisión que no se que autor ya lo explica en sus libros, y nosotros seríamos los que estamos dentro viendo al espectaor y nuestros propios programas. O algo así. La verdad que con el ejemplo no lo vi muy claro, pero sí lo vi mejor ayer desde mi propia experiencia.
Bajé de las montañas cercanas a Pobeño y el recibimiento de la playa, como he dicho antes, fue mágico. Algo entró en mí que llenó mi alma simplemente con el primer contcto visual.. Andé sobre las aguas para aliviar el cansancio de mis pies, y algunos escozores raros que tengo desde el día que llovió en el pie derecho, con un par de dedos agrietados en su parte inferior. Me relajé por completo pues era el fin de la etapa, y decidí tumbarme un rato en la arena para descansar, con la cabeza apoyada en mi mochila y el palo clavado en vertical, que por cierto, es ya el cuarto del Camino, pues a veces se me olvidan en los albergues.
Empecé a ver como desde el sol flotaban en el aire partículas de puntos más o menos grandes que hacían incluso formaciones hacia el mar o hacia a mi. Seguro que alguna vez habéis experimentado este efecto visual, sobre todo cuando entrecierras tus ojos y miras tras tus pestañas. En uno de los últimos libros que me leí, y no suelo leer mucho, dicen que así es como se ve la energía. El libro se llama "Las nueve revelaciones", el cual recomendaría si tienen tiempo de leer, pues te aporta un visión de la vida muy distinta a la que estamos acostumbrados, que ni mucho menos digo que sea la cierta, pues lo cierto es lo que te quieras creer, y para tí funcione. Pero a mí, al leerlo, me abrió la mente en muchos sentidos, y antes de creermelo empecé a experimentarlo para ver si es verdad. Y os digo, siempre desde mi experiencia, que muchas cosas se cumplen. Así pues jugué a ver la energía en las personas que por allí paseban y realmente veía cómo ellos desprendían esos circulitos y composicines al ambiente mientras iban hablando. Tampoco me lo creí demasiado porque podía estr sujestionado por la lectura de ese libro, pero al momento me hizo gracia.
Al momento decidí acostarme totalmente en la arena boca arriba, con todo mi cuerpo estirado, piernas y brazos, y las manos boca abajo, en contacto con la tierra. Parecía estar otra vez en perfecta conexión con todo. Allí tumbado, relajado pero consciente, sin llegar a dormirme. Como en trace pero escuchando cada sonido. El mar, las gaviotas, el sol, al que agradecí aquella magnífica tarde con un gesto de palmas unidas hacia él sentado en la arena y mi cuerpo tumbado. ¿Me explico? Estaba viendo con los ojos cerrados cómo una imagen mía medio espectral salía de mi cuerpo y sobre la arena justo a la altura de mi cadera estaba allí sentada hacia el sol, manos juntas bajo la barbilla y cabeza hacia abajo en señal de agradecimiento al sol que justo en ese momento, en ese instante, salió detrás de una nube o la nube se fue de su lado, para brillar como nunca en esa tarde. Otra coincidencia, y ya no creo en las coincidencias.
A la vez que esto ocurría, también era capaz de ver mi cuerpo fundido en la arena con los ojos cerrados y us aspecto de calma, paz y bienestar. Por eso ahí creo que entendí aquella frase de Gustavo: "somos observadores desde nuestro interior de lo que todo lo que nos rodea y de nosotros mismos", y realmente yo era ese que estaba agradeciendo la tarde y viéndo a la vez mi cuerpo y la playa. Momento mágico. ¿Producto de la imaginación? Quien sabe...
Hoy le he dado la direccion a la paty.
ResponderEliminarMucho!!! Y quien se esconde detrás de esa identidad
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