martes, 26 de mayo de 2015

Markina-Guernika

Y bueno. Yo todos los días cojo de esas pequeñas piedras que al echar la vista al suelo me llaman la atención. De hecho cada vez voy cogiendo más y más, pues en el Camino muchas me miran a mi también.

Ayer os hice un avance de que estoy viendo muchos montones  de piedra uno encima de otro en la ruta Jacobea. El significado que tiene varía dependiendo de creencias, pero a mi me explicaron que son apilaciones para ofrecer al Universo la estabilidad. Tampoco he seguido indagando mucho acerca del tema, pero a mí me vale como forma de expresión de equilibrio. Esto, junto con alguna técnica de Chi-Kung que aprendí, me han echo hoy mezclarlas para enviar peticiones o plegarias a la propia vida. A la mañana hablé con mi madre, así que construí una torre para mi familia y pedí por su salud, con tres repeticiones y la posición de "sujetar el cielo con las manos".



Después, sin querer iba recogiendo piedras de todo tipo y construí unos kilómetros más adelante otro montículo, pidiendo por los sueños de cada uno del mundo y que se cumplan, con el mismo procedimiento.



No podía dejar de recoger piedras, por lo que construí otra en la ruta, por la paz mundial y el amor universal.






La última, que además fue la más sensitiva, la hice por El Camino y los Peregrinos. Al hacer la tercera repetición se cayó. No estoy seguro si se puede reconstruir o no, pero como me dijo Gustavo el otro día, cada uno hace sus rituales y si crees en ellos se cumplen, yo la reconstruí. Así, en ved de repetirlo otras tres veces una vez reconstruido lo repetí una vez más con más concentración en las piedras y en los movimientos y cambié la frase: " Aunque el Camino se haga duro, por los Peregrinos¡¡¡" En el momento de poner los brazos y manos hacia arriba llevando la energía hacia arriba con los ojos cerrados, estalló en mi mente como un flash blanco que dejó aturdidos mis sentidos por unos segundos. Nunca antes me había pasado nada parecido pero no me asusté. Al contrario, dejé que pasara lo que fuere con los ojos cerrados. Cuando vi que volvía oir con normalidad y en mi mente ya no estaba ese flash blanco, abrí los ojos con lentitud y vi delante de mí cómo las vistas del lugar habían ganado viveza en sus colores, y el sol, en un día nublado, aparecía entre las nubes. Me quedé casi un minuto alucinando y luego todo volvió a la normalidad.



Estuve muy contento en lo sucedido, pues parece que estoy dando pequeños pasos en mi conexión con el cosmos sin seguir ninguna escuela ni creencia determinada, sino mezclando un poco de cada una que voy conociendo por encima o por oídas en mi último año. Un pequeña evolución espiritual que me hace feliz por el Camino, pues como dije el otro día, ya casi soy capaz de sentir la energía recorrer mi cuerpo cuando estoy en lugares con abundante vegetación y siempre cuando estoy sólo.

Con los animales sigo mis intentos, pero todavía me es más difícil. Hoy he echo unos progresos con un caballo y unos burros, que les llamaba de una nueva manera que estoy practicando. Como un silbido hacia adentro. El caso que se acercaban a mí y se dejaban acariciar. Primero me miraban, luego venían, luego me olían y luego parecía que disfrutaban de mis caricias en su cara.

Más tarde me encontré con una cabra negra que tenía una particular mirada. Ojos redondos negros y unas pupilas horizontales de color verde. Le hice el mismo sonido, pero no se acercaba, sólo me miraba. Estuve un rato pero cada paso que daba hacia ella se asustaba. Mantuve las distancias y me fui. Una pena no poder haberle sacado una foto, pero me quedé sin bateria a mitad de camino.

A escasos metros de aquella peculiar cabra negra, me encontré con un perro que no dejaba de mirarme. Le hice el mismo sonido que al resto de animales y sin acercarse se tiró al suelo restregándose la espalda con muestras de felicidad. Yo sonreí, se volvió a incorporar y me miraba sin acercarse. Entonces me agaché y lo llamé, esta vez, como se suele llamar a un perro. Sin pensarlo vino hacia mi aunque con lento paso. Cuando llegó, agachó la cabeza y la metió entre mis piernas para que le acariciara. Parecía que necesitaba cariño a pesar de tener aspecto de estar muy bien cuidado. Era suave con un pelo largo marron, estatura media y muy cariñoso. Pero yo tenía que seguir. Le dí un beso y me fui. Pero él no dejaba de mirarme y le volví a sonreir a lo que se volvió a restregar de espaldas por el suelo como que estaba contento. Entonces le volví a llamar y vino pero con más alegría que antes. Comencé a andar y él se quedó allí, otra vez mirándome. Andé unos 100 metros y él no me quitaba ojo. Me senté en la carretera y le volví a llamar, a lo que vino corriendo y casi se me tira encima. Le acaricié y se tumbó a mi lado. Al cabo de un rato después de unas caricias me despedí pero ahora era él el que caminaba delante. Estaba preocupado por si se iba de su casa, pero bueno, yo ya no le estaba llamando era él el que me guiaba. Campaba alegre delante mío y miraba para atrás como diciéndome que acelerara un poco el ritmo. Llegué a pensar que se vendría conmigo y me metería en un problema, pues tenía collar. Pero yo tampoco le mandaba para atrás. Al fin y al cabo, él es libre de sus actos. Si se quiere independizar, quén soy yo para decirle nada. Finalmente, había dos caminos, yo le volví a cariciar como despidiéndome de él y esta vez no miré para atrás. Pareció entenderlo, y marchó por el otro lado.

En definitiva, la etapa de hoy ha sido muy reconfortante y he llegado pleno al albergue, a pesar de que en muchos tramos cayó lluvia. El primer día que llueve, y la verdad que no voy muy preparado para el tema. No llevo ni chubasquero porque mis chaquetas son de una telila parecida. Lo peor son las zapatillas, que con el suelo embarrado resbalan mucho y se calan, con lo que mis pies hoy han sufrido bastante. Antes de finalizar el día me descalcé y mis pies estaban cocidos literalmente y los calcetines secos. Parecía que mis pies habían absorvido todo el agua con las consiguintes yagas. Era para verlo pero os lo podéis imaginar. Afortunadamente me descalcé a tiempo, y justo había salido el sol otra vez, con lo que se secaron un rato al aire, y después de una ducha en el albergue volvieron a su estado casi natural. Pero bueno, son cosas que pasan cuando vienes de una manera casual a una ruta como esta. Pensaba que iba a haber más playa que montaña, pero de momento, está siendo al revés, y ni mucho menos me arrepiento. ¡Esto es genial¡¡¡

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