viernes, 10 de julio de 2015

Entre montañas

Portomarín, y yo, un hombre ya sin espacio ni tiempo he llegado hasta aquí. Como en un viaje astral teletransportado por el ser bici, la cual me lleva de punto en punto a veces sin pensar, abstraído en las infinitas pedaladas, sobre todo cuesta arriba, que me dejan la mente en blanco. Por eso la llamo "Interestelar", de estrella en estrella, de lugar en lugar.



Y hoy, montado a lomos de la interestelar, y disfrutando de su vuelo en una dulce bajada de unos 10 km, me paro a contemplar los grandes monumentos de este pequeño pueblo a orillas del río Miño, antes en el propio cauce del mismo, pues creció a causa de la creación de un embalse en los años 60. Pero sus vecinos, obviamente, no podían dejar morir en sus aguas su gran patrimonio, y como auténticos héroes, trasladaron literalmente piedra a piedra cada edificación que mereciera la causa a lo alto de la colina.

Pueblo con gran historia Portomarín, que ya se constata en los tiempos de los romanos, dónde construyeron un puente para seguir ampliando sus fronteras, imagino. Historia hacia Santiago, pues en la Edad Media, era el único paso por el camino francés. Historia del presente que piso, que sin razón aparente, es el primer sitio que hace parar mi mecánico pedaleo, simplemente para admirar esta belleza visual, en el margen izquierdo del río, desde dónde veo, allá en lo alto, una gran iglesia en forma de castillo, con una gran rosetón en el medio de su fachada principal, insinuando que allí se produjo mucha magia. Seguro grandes rituales en tiempo de los templarios, salvaguardianes del Camino de Santiago por estas tierras en la era Media. 

El viento sopla y suena las paredes de madera del Miradoiro de San Pedro, dónde me siento a descansar. Por el puente, cientos de peregrinos en escasos minutos que llevo aquí, provenientes de Sarria, supongo, pues es la próxima ciudad del camino para mi, la anterior para ellos. Ni me imagino los miles que pasan en un día. Sin duda, el camino francés en estas fechas se lleva la palma en cuanto a afluencia. Dicen que este es el verdadero camino, el de más tradición, pero si te pones a indagar, descubres que el del norte y el primitivo en particular fueron las raíces de la peregrinación. El caso de ser posteriormente más transitado el francés, es porque era más fácil atravesar el país para los que venían de Europa por la meseta castellana. Por eso, se fueron construyendo en esta ruta numerosos hospitales de peregrinos e infinidad de monumentos religiosos, como la Catedral de Burgos, dónde yo dirijo mi rumbo, por ser de ahí mis raíces. Si bien es verdad, que gracias a este peregrinaje, las ciudades fueron creciendo e incluso creándose alrededor de dicho camino. Camino que me lleva de vuelta a casa, y con más esfuerzo del que creía.

La ruta se hace dura por los numerosos puertos de montaña que existen en esta zona. Desde Sarria paso horas subiendo, y subiendo, y subiendo...para bajar un poco...y volver a subir. Así hasta llegar al alto do Poio, dónde creía que entonces, habría una larga bajada. Pero nada de eso. Una pequeña, para seguir subiendo hasta otro puerto que ahora no me acuerdo de cómo se llama. Entonces ahí pensé...ok, ahora sí que habrá una larga bajada...pero tampoco, una pequeña, para subir al Alto de o Cebreiro, mítico punto del camino francés, y aprovechado por los lugareños para hacer el agosto con los turistas peregrinos. 

Por este motivo o sensación subjetiva de uno mismo, casi no paré en esas pequeñas comerciales calles, a la vez muy bonitas por cierto, como sacado de un cuento, pero no para mí, gracias. Quizás es porque estoy de vuelta, y ya no me dejo impresionar fácilmente, por mucha historia o tradición que digan allí haya. Además, ahora sí, me esperaba una laaaarga y placentera bajada hacia Piedrafita, la cual disfruté como un niño. Pero fue mejor la siguiente, de continuo sin yo saberlo. Entré sin darme cuenta en Castilla y León, mi tierra y la de muchos otros. Que ilusión me hizo cuando ví el cartel en el principio de un descenso por la N-VI.

Curva aquí, curva allí...yo...relajado. La interestelar...disfrutando. Vida...en su zurrón, escondida para no caer. Y durante unos cuántos kilómetros y escasos minutos, pensamientos fluyendo libremente en mi cabeza de todo el viaje, dónde realmente me dí cuenta que sí, estoy volviendo a casa, por tierras de León.

martes, 7 de julio de 2015

Pazos

Café bar San Francisco. ¿Una Señal? Puede ser. A las puertas de su iglesia en Santiago. Dirección, rumbo a casa. Cerrando ciclos de magia y abriendo otros nuevos. La última ruta me trajo de nuevo a Compostela, por el camino de las trece cruces, ascendiendo el río Ulla. Lo que no sabía y ala vez sí, era lo que por allí iba a acontecer.

Haci casi veinte años, cuando yo tenía trece, el colegio Castilla, dónde yo cursé mis estudios primarios, hizo un intercambio con el colegio Rosalia de Castro, de Padrón. Los niños de Aranda pasamos una semana en casa de las familias de allí, y ellos vinieron una semana a nuestras casas en tierras del Duero. Ha pasado mucho tiempo desde entonces, pero aquel recuerdo yo siempre lo tenía muy vivo dentro de mi. Aquellas jornadas de convivencia se me quedaron muy marcadas pues creo que era la primera vez que salía fuera de mi casa, lejos de mi familia, y puede fuese la llave del camino hacia quien soy hoy, un viajero soñador.

Después de aquel año 1996 no volví a ver a Oscar, mi compañero de intercambio, pero siempre tenía en mente que algún día tenía que volver a verle. Caprichos de la vida, o simplemente destino, mi camino de Finisterre hacia el sur por la costa da morte, se detuvo cuando aparecí de buenas a primeras en la desembocadura del río Ulla. Yo pensé que era porque como estaba haciendo el Camino de Santiago, tenía que volver a la ciudad justo por dónde él dicen que llegó. Lo que no sabía, es que Santiago me tenía preparada una ruta especial, por dónde ya anduve con trece años. Pasé justo por Padrón, siguiendo el curso del río, y allí me empezaron a llover recuerdos. Flasback de hacía veinte años...

Intenté recordar el nombre de la aldea dónde yo pasé aquella semana, pero no fui capaz. Mi mala memoria me jugó una mala pasada, pero El Camino me jugó una buena, pues me hizo pasar por por un pueblito que se llama Pazos. ¡Siii¡ ¡¡Esa era la aldea donde yo viví por una semana¡¡¡ ¡Lo encontré sin buscarlo, o lo busqué sin saberlo¡ ¡¡¡Increible¡¡ En ese momento mi gozo no cabía en mí. Había soñado tantas veces con volver a aquel lugar...

Nada más entrar reconocí la parada de bus dónde todas las mañanas nos recogían para ir a las excursiones programadas. Entonces me aventuré a bajar por sus estrechas callejuelas entre los horrios del lugar, que a medida que pasaba por allí iba reconociendo como el camino a su casa. Aunque claro, después de tanto tiempo, llegó un momento que me sentí perdido, y pregunté a un par de paisanos del pueblo si conocían dónde era la casa de Javino, mote familiar de la casa desde su bisabuelo. Y fue tal la alegría cuándo me dijeron que por supuesto sabían de quién les hablaba, que no soy capaz de describirlo.

Me acompañaron hasta la puerta de su casa y me dejaron allí. Les agradecí el gesto, y ahora tocaba presentarme con una timbrada. Salió Begoña a la ventana, la madre de Óscar, y yo, sonriente, empecé a hablar: "Hola, soy Roberto, de Burgos. Hace casi 20 años estuve aquí de intercambio con Oscar...¿Te acuerdas de mi?"

Y vaya si se acordaba. Casí dió un salto de alegría y bajó inmediatamente a abrirme la puerta para darme un fuerte abrazo. No daba crédito a que yo estuviese allí, después de tanto tiempo...La verdad que yo tampoco...Entré en la casa y allí estaba Jose, su marido, mis padres de aquel intercambio...¡Que bonita es la vida¡ Fue increible reunirnos en aquel salón en el que ya estuvimos juntos una vez, pero en el que nadie sabía que volveríamos a estar. Conversamos durante largo rato y recordamos viejas hazañas que juntos vivimos por aquel tiempo. Por supuesto pregunté por Óscar, y me dijeron que estaba felizmente casado y que tenía dos hijos, de dos y tres años. Vivía a pocos kilómetros con su familia, por lo que sería fácil verle esa tarde. Le llamaron, y me puse al teléfono: "Óscar, soy Roberto de Aranda, he venido a echar una caña contigo, ¿dónde estas?"

Mayúscula sorpresa dice que fue la que se llevó al escuchar esas palabras. No podía imaginar que realmente yo estuviese allí, en el año 2015, desde el 1996, buscando un reencuentro que yo siempre visualicé, y por fin, ese mismo día estaba apunto de suceder. Me citó a las ocho de la tarde en el campo de fútbol, porque tenía que jugar un partido de fútbol, como la última vez que estuve allí, que también recuerdo que me llevó a verle un partido. Todo el engranaje rueda a la perfección, yo, simplemente pasaba por allí, y cumplo con la magia.

Y mágico fue el momento cuando nos vimos en el campo de fútbol. Me presentó a su familia y me emocioné al ver sus dos hijos cómo corrían y jugueteaban de un lado para otro, además de ser unos parlanchines y muy sociables, como su padre. Era como volver al pasado y haber dicho en aquel momento: "¿Por qué no viajamos en una máquina del tiempo 20 años al futuro, al 2015, a ver cómo son nuestras vidas?"

Después del partido fuimos todos a cenar a un bar de Pazos y conversamos largo y tendido, ambos dos alucinando de que este preciso momento de vida, estuviera sucediendo...Hechos que me hacen seguir pensando en lo que vengo practicando...Magia¡¡¡


sábado, 4 de julio de 2015

Mitos y leyendas

Cuenta la leyenda que Santiago vino a predicar a España, y donde más tiempo estuvo fue por tierras gallegas. No tuvo muchos discípulos, y dicen volvió a Jerusalén porque se le apareció la Virgen Maria, antes de muerta, por obra de Jesús, para reunir a todos los apóstoles antes de que ella muriera. Pero lo que encontró Santiago allí fue su propia muerte por predicar la palabra de Dios, a manos del rey Herodes.

Aunque tuvo pocos, dos de los discípulos de Santiago montaron su cuerpo decapitado en una barca de piedra, para llevarlo por aguas del mediterráneo y después del atlántico hasta la tierra donde predicó. Así, a través del río Ulla, subieron hasta Padrón, donde atracaron la barca, en Iría flavia, y enterraron su cuerpo.

Justo a la desembocadura del río ulla me encuentro hoy, después de bajar por la costa da morte sin rumbo sólo por uso y disfrute de sus playas. Hasta que he llegado a este punto y me cuentan esta historia.

Iba dando pedaladas sin rumbo hacia mi destino como peregrino, que es entrar en compostela como lo hizo Santiago, ascendiendo el río Ulla. Y al igual que él iba protegido por dos de sus discípulos, yo lo voy por mi gran amiga Vida.

Cuenta la leyenda tambien, que los gatos poseen una conexión con el mundo mágico, invisible. Así como los perros son nuestros guardianes en el mundo físico, los gatos son nuestros protectores en el mundo energético. Sobran pues las palabras en un camino guiado por Santiago y protegido por Vida, mi ángel de la guarda.

viernes, 3 de julio de 2015

El último Ritual

En estado casi de shock vuelvo a mi campamento al atardecer. Tengo aquí todas mis cosas ya recogidas. El día muy intenso, de ritual en ritual.

La mañana amaneció  lloviendo, punto clave para pensar que el cabo ya me estaba diciendo que era la hora de partir. Esta gran montaña mágica, que si te descuidas te atrapa con sus encantos, y no eres capaz de ir. Pero agusto. Muy feliz en Fisterra he pasado cuatro días subiendo y bajando del faro a la playa con el único objetivo de disfrutar de sus días y sus noches, conectando con sus bosques, rocas, mares y gentes. Infinidad de lugares en lo que dicen es el fin de la Tierra, y pienso yo, entonces, será el principio del cielo.

Y como producto de una despedida, el sol salió a media tarde para pasar juntos un último día en Finisterre. Justo después de cortarme el pelo, producto de la magia claro está. Es uno de los tres rituales que quería hacer para purificar mi alma. Esparcir mis rizos por aquella montaña, en señal de cambio y dejar atrás mi pasado, pues el Camino te enseña mucho, y ahora hay que seguir con lo aprendido. Cada vez que tiraba un puñado al viento, pedía por algo o alguien, y de nuevo las energías invadían mi ser. ¡¡¡Que momento¡¡¡.



El sol alumbraba cada vez más fuerte. Reflejaba en el agua y hacía el atardecer más precioso que haya visto desde hacía mucho tiempo. Yo, danzando entre roca y roca en las Piedras Santas, haciendo de vez en cuando montones de piedras en un perfecto estado de equilibrio con el Universo. En el monte Facho, en el lado Oeste del Cabo, punto más alto de Fisterra, y por eso acudí allí. Donde sin saberlo, otros muchos peregrinos ya acudieron por motivos religiosos. Dice la leyenda que la Virgen y su hijo, en el viaje que hicieron a Fisterra, después de dejar la barca de piedra en Muxía, se sentaron a descansar sobre estas piedras otrorgándoles el don de que a pesar de su peso cualquier persona con una sola mano podía moverlas. Ya Erich Lasota, un escritor de 1581 lo dice: "No se pueden retirar ni con varios pares de bueyes, pero se pueden mover con un dedo, lo que yo incluse comprobé". Pero a mi lo que de verdad me llamó la atención, fue que en la leyenda explicatoria del lugar, dice que ya los celtas hacían allí sus cultos al Sol, organizando mojones de piedras, rituales que sólo los de buen corazón son capaces de hacer y entender.

Y bueno, yo no es que fuese buscando justo ese lugar, pero sí, conociendo ahora su historia, justo era ese el lugar. Nadie me habló del lugar, simplememente escuche a mi corazón y mi corazón me llevó allí. Es increible ver como todo funciona, la rueda de la vida. Allí dónde otros ya estuvieron con un mismo fin, allí es dónde yo tenía que dejar las piedras que portaba en mi mochila durante todo el viaje, en representación de todo lo negativo que mi persona tenía. Cada piedra, un mal pensamiento. Cada piedra, un pecado. Cada piedra, un defecto. Y así, hice un buen montón, y pedí por que todo auquello desapareciera de mi, y renaciera mi ser en uno nuevo y más puro.

Así pues, ya estaban cumplidos mis tres rituales. El primero fue la purificación en aguas del atlántico antes de llegar a Fisterra, en la playa del Rostro. Esto es esencial para los peregrinos que allí acudían para quitarse el polvo de toda su ruta y limpio comenzaba su cuenta atrás para alcanzar ese final del camino tan duro y a la vez importante. Después esparcí mi pelo por la montaña mágica, para marcar un antes y un después en mi vida. Hice la prometida montaña de piedras en la cueva donde pernocté dos noches para dejar allí mis aspectos negativos. Y una vez limpio, una vez purificado, sentí en ese momento que tenía que rendir homenaje a alguien que me había acompañado todo el viaje, y habían sido los mayores artífices de mi conexión con el todo. El palo del hechizo y la Virgen del Amor. La Virgen ya sabéis por que se llama así, y al palo, le decidí poner ese nombre, porque cada vez que ando con él por cualquier sitio, todo se intensifica hasta llegar a límites insospechados. Tenía que hacer mi última ruta con ellos, y así fue.

Me coloqué la camiseta con la Virgen del Amor como si de una armadura se tratara, cual caballero en su última batalla. Cogí el palo por su zona media-arriba, la parte más gastada y de otro color por su uso, como si el bastón de un mago fuera. Y juntos, caminamos hasta nuestra última magia. A un kilómeto del campamento había observado como alguien había hecho una cruz de madera en mitad de la montaña, entre el faro y las Piedras Santas. Ya al verlo me llamó la atención y me dieron ganas de ir, pero yo tenía mis cosas que hacer, por lo que seguí con mi camino. Pero justo terminados todos mis rituales pensados, comprendí que aquel lugar me había llamado para hacer el verdadero ritual. El que no viene del pensamiento. El puro. El sincero. Y es que al llegar allí dejándome llevar por mi interior, por las energías, por mi corazón...comprendí que aquella cruz que miraba hacia el fin de la tierra, era el destino del Palo del Hechizo y de La Virgen del Amor. Ellos me habían ayudado a tener un descubrimiento con la vida en todos los sentidos. La virgen siempre me recordaba que el mundo es amor, y en sus manos lo pone, "Love", y es por lo que pide y por lo que pido yo todos los días. El amor Universal. El palo, fue un fiel compañero que me hizo conectar a la perfección con la Naturaleza, sintiéndome parte de ella como nunca lo hubiera imaginado. Ambos dos, juntos, os juro y nunca juré nada, hacen magia, y la magia es la vida. Así pues, para todo el que allí vaya, recibirá magia, recibirá vida.




miércoles, 1 de julio de 2015

Nuevo campamento

YyyyEn fin, los últimos días han sido raros para relatar lo que por aquí sucede porque al viajar con tienda de campaña no puedo cargar el móvil todo lo que desearía, y cuando escribo en mi cuaderno luego no encuentro ordenadores por allá donde paso. Pero aquí seguimos, a día de hoy, último día del mes, en Finisterre, Martes.

El pasado viernes recogí la bici que Luisa tenía preparada para mí en Santiago. Estaba muy emocionado. además en la ciudad me encontré con mucha gente que había conocido por el camino, en particular con Gustavo y su mujer Ximena que vino para encontrarle a su llegada. Nos dimos un fuerte abrazo y sobraron las palabras, y con la mirada nos citamos para otro momento, pues en ese había mucho jolgorio en la ciudad de Compostela.

Al día siguiente, emprendí rumbo de nuevo hasta Fisterra,pues todavía tengo que hacer un par de cosillas por aquí. El viaje a cambiado en parte, ya que ahora me traslado en bici. Las rutas se hacen más rápidas, sin fijarte tanto en el entorno, pero el interior trabajao del mismo modo, sobre todo en las cuestas arriba. Ahí me acordé de Feli, el Meigo de Ourense, que una vez me dijo que la gente no sabe ir en bici, porque se creen que es para ir todo el rato rápido, cuando en realidad, en la bici, si vas hacia abajo vas rápido, pero si vas hacia arriba tienes que ser consciente de que tienes que ir lento, como si fueras andando. Eso me ayudó a no bajarme de la bici más de una vez, porque yo no estoy acostumbrado a esta forma de moverse, y el trayecto Santiago-Fisterra tiene varios puertos. Cuando los empiezas piensas...Ok, ya llegaré. Y cuando estás arriba disfrutas tremendamente porque tu esfuerzo se vio recompensado con un par de km de bajada. Con esfuerzo siempre hay recompensa.y
En mi primer día andé hasta Corcubión, unos 70 km, que ni yo pensaba que iba a hacer. Realmente una buena experiencia esto de andar en bici.

El Domingo volví a llegar a Fisterra, dispuesto otra vez a realizar los rituales que tengo preparados, pero de nuevo, y al ser un puro practicante de la improvisación, no hice. Pasé el día con Raul, un artista callejero que toca la guitarra en lo alto del faro para ganarse la vida. Sólo lleva aquí un mes, pero dice está muy feliz porque todos los días saca los justo para comer y algún que otro capricho, haciendo lo que le gusta. Dice que está pensando en hacerlo en diferentes sitios para conocer un poco España, pues no viajó mucho hasta ahora. Para mí, otro mensajero del Camino. Como una vez dije, para mí las guitarras siempre son una señal, pues me gusta jugar con los instrumentos, pero no sé tocarla de verdad. Al dialogar con Raul, algo dentro de mí me dijo, que si quería dar una vuelta al mundo, tendría que aprender a tocar de verdad la guitarra, pues más de un día sería el pan de cada día.



El día lunes, por fin ya me digné a buscar un sitio para realizar mi ritual con las piedras que llevo portando desde el primer día del viaje. Dí vueltas por todo el pueblo. Quería que fuese un sitio alto, en la montaña. Pero que no fuese en el faro porque está siempre masificado de gemnte. Así, explorando, me metí en unos caminos y por fin llegué a un punto en el que de nuevo las energías llamaron mi atención. Unas enormes piedras unas sobre otras allá en lo alto, parecían la representación perfecta de lo que yo quería hacer. Así pues, después de preguntarle al lugar si ese era el sitio, y él responderme con una afirmación en forma de energía recorriendo mi cuerpo, decidí instaurarme esa noche allí con mi tienda, en una especie de cueva, donde pasé una día especial.

El atardecer allí fue maravilloso, y la noche, con casi luna llena, espectacular. Hice un fuego entre las rocas para cocinar unos muslos de pollo a la piedra. El primero que hago en el Camino. La verdad que ha sido mi mejor cena desde hacía mucho tiempo, por todo el proceso de elaboración que ello conlleva. Desde que vas a por la pieza de carne, en este caso al supermercado, hasta que lo comes, el procedimiento es toda una dedicación. Primero he de subir a lo alto de la montaña, que ya es trabajo. Luego recoger palos, con su debido permiso del lugar, para más tarde encender el fuego para cocinar a la piedra o entre ascuas. El resultado único. El sentimiento puro. Pura vida, pura experiencia.



martes, 30 de junio de 2015

Coincidencias a cuatro bandas

Y sí, aquel día 25 llegué a Fisterra, pero más de visita que presencialmente. Tenía preparado unos rituales que hacer allí, pero en cuanto entré al pueblo Vida volvió a hacer amigos. Se trata de Mónica, una australiana que terminaba su camino francés ese mismo día, y que se encariñó con la gatita. Me estoy dando cuenta que Vida parece ser ahora mi guía, y va eligiendo a las personas con quien cruzarme por el camino.
Aquella tarde la pasamos juntos en la playa, y conocí a David, un amigo suyo francés que conoció por el camino. A la noche, la gente se reunió en una hoguera que hicieron entre todos, y compartimos unos tragos de vino.

La verdad que no me dio tiempo a mucho más, pues a la mañana siguiente tenía que volver a por mi bici a Santiago, por lo que fui a mirar los horarios de los buses, y a las 12:00 del mediodia cogí uno rumbo a Compostela. En el mismo iba Émily, la chica francesa con quién caminé unos kilómetros hasta Gijón, hará ya 20 días, y que nunca volví a ver, pero fue la precursora de la idea de viajar con tienda de campaña, pues ella tenía una y fue mi fuente de inspiración. Le agradecí aquel momento, y le hacía gracia ver, como no es la primera vez, que la gente ayuda a otras personas sin saberlo, simplemente comportándose tal como uno es, y exponiendo lo que vas haciendo, puedes ser ejemplo de otros. Simplemente escuchando, y hablando tal vez sobre tu visión de los hechos, puedes ser la clave para resolver un problema que para otros no tiene solución.

Y así funciona todo. Una cadena de confluencias. Como la que nos hizo coincidir aquella mañana en el autobús a los cuatro. Mónica, David, Émily y yo. Curiosidades del viaje, Émily me contó que días atrás había perdido una piedra en forma de corazón que le gustaba mucho. Justo el día anterior, Mónica me había enseñado esa piedra, que me dijo había encontrado días atrás en el baño de un bar. Cuando las presenté, le pregunté a Mónica que le enseñara la piedra a Émily a ver si era la misma, pero me dijo que la había tirado al mar, en el Cabo de Fisterra. A pesar de ello, tenía fotos, y Émily alucinó cuando vio que era la suya. Por su parte, estaba muy contenta de que Mónica la tirase al océano, pues justo su intención era la misma. Así pues, la piedra cumplió con su destino, a través de varias manos.

Lo curioso que me pasó con Mónica, es que justo la mañana en que la conocí me encontré una flecha amarilla en forma de pin, como la que yo había dejado semanas atrás en el Cabo Blanco, enterrada en la hierba para que alguien la encontrara. Me la puse señalando a mi corazón , pues a estas alturas del viaje y de la vida, es dónde quiero vaya quien me encuentre, y ella al verla alucinó, porque justo esa mañana había perdido la suya, que la llevaba en el mismo sitio, y que por la forma del imperdible y ralladuras de la flecha parecía ser la misma.

A mi estas cosas ya no me sorprenden, pues estoy abierto a que la magia suceda en cualquier momento. Como la que surgió entre David y yo simplemente conversando, en el que nos dimos cuenta de que habíamos estado en Argentina al mismo tiempo, hace dos años, y justo la misma fecha en la misma ciudad, Salta. El destino ya nos tenía un encuentro preparado pero allí no nos encontramos porque uno de los dos no estaba abierto a que la magia suceda. Probablemente yo. Pero nos dio una segunda oportunidad para conocernos, porque si algo tiene que pasar al final pasa, y bueno, no sé cual es la misión o mensaje por ahora que tenemos que darnos, pero por de pronto notamos mucha afinidad entre los dos, e intercambiamos unas piedras. Yo le dí una de mis queridas piedras de cuarzo con un poquito de mi energía para que se cumplan todos sus sueños, y el me regaló una piedra opaca de color marrón, que dice que es para canalizar toda la energía negativa y que no se quede dentro de uno. Probablemente el día que le llegue la hora, la tiraré al mar.

Además, al ver que saqué un momento el libro de "El peregrino", me dijo que si lo había acabado. Realmente me quedaba el último capítulo, pero vi en su mirada un deseo inmenso de leerlo, y yo sentí que ese libro tenía que pasar de manos, concretamente a las suyas. A mi me lo regaló Patty, una amiga de mi pueblo, por el hecho de que tenía pensado hacer el Camino y el libro se ambienta en el mismo. La verdad que su lectura me resultó agradable e interesante por la forma que Pablo Coelho expresa la forma de conectarse con el interior a través de las prácticas RAM que de vez en cuando he ido practicando. Pero sobre todo, lo que más me gusta del libro es la dedicatoria que Patty me escribió: "Hay quienes pierden todo al no intentarlo, hay quienes no pierden nada al intentarlo". Esa frase la llevo conmigo desde el día que lo leí, y ha sido una motivación extra desde entonces en cualquier decisión de mi vida. Así, siempre intento lo que me planteo, pues no pierdo nada, y si lo consigo, lo gano todo.



Yo también le escribí una dedicatoria: "simplemente gracias por estar abierto en el momento justo que nos cruzamos, pues así hacemos que suceda la magia, y con ella, la vida". Él me dijo, que si me lo habían regalado a mí, debería de quedármelo, pero yo entiendo que quien me lo regaló lo hizo para ayudarme o darme un empujón a que cumpla mis sueños, y que una vez aprendido el mensaje ese libro tenía que fluir en el Camino, para que con las dedicatorias de todos, sirviese de fuente de inspiración para los próximos peregrinos.

Al día siguiente de todo esto, cada uno siguió su camino, después de haber pasado la noche juntos. Mónica cogió un vuelo para Australia y Émily un tren a Francia. Ambas dos regresaban a sus casas. Por nuestra parte, David y yo seguíamos el camino pero por puntos diferentes, y a la vez los mismos que el contrario pisó. Él vuelve a su casa por el camino del norte, el cual yo hice, y yo vuelvo a mi casa por el camino francés, el cual hizo él. Sonriendo con tanta coincidencia, que no lo son, cuando nos despedimos todavía tenía otro regalo para mi, que al ver que ando escribiendo en las hojas de mis libros, me regaló un pequeño cuaderno de viaje, que seguro me viene genial.